MENSAJE PARROQUIAL


El divino huésped.
En casa de María y Marta Jesús era el huésped deseado y esperado.
Jesús no busca servidores, busca amigos, no busca personas que hagan algo para él, sino a gente que se deje hacer por él. La salvación está en lo que Dios hace por mi, no en lo que yo hago por él.
María, sentada a los pies de Jesús, representa al discípulo que escucha fascinado, como la primera vez: con la mirada, los silencios, la trepidación del corazón.
Ser discípulo quiere decir en primer lugar escuchar, sentir el estupor de una presencia que me hace vivir. Porque si hay algo importante en la vida no es el ‘hacer’, sino el ‘por qué’ lo hago, las motivaciones. Al sentarnos, como María, a los pies del Señor, aprendemos lo esencial, a distinguir entre lo superfluo y lo esencial, lo efímero y lo eterno, lo ilusorio y lo permanente.
María y Marta no se oponen, se complementan: no hay amor a Dios que no se traduzca en gestos de amor, en servicio.
Multiplica, Señor, en nosotros, en medio de los afanes y preocupaciones de cada día, los momentos íntimos de escucha, de estupor, de sintonía contigo
Aquilino Libralón, párroco de Portachuelo