MENSAJE PARROQUIAL


Vete, y haz tú lo mismo
“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…”
‘Un hombre’, sin ningún calificativo: puede ser judío o pagano, justo o injusto, rico o pobre, de un partido u otro, honesto o bandido él también. Es el hombre, cada hombre.
El mundo entero está en ese camino que va de Jerusalén a Jericó. Un océano de hombres y mujeres despojados, golpeados, humillados, solos.
El evangelista Lucas emplea diez verbos para describir el amor del samaritano: vio, tuvo compasión, se acercó, vendó las heridas, echó aceite y vino, lo montó sobre su cabalgadura, lo llevó, lo cuidó,
pagó… ‘y si gastas algo más, te lo pagaré a mi vuelta’. Un nuevo decálogo.
Lo primero que nos recuerda Jesús es que debemos acercarnos al pobre. No basta hablar de él, escribir, programarlo, analizar, buscar culpables. Eso es pura ideología.
La conclusión de Jesús: “Vete y haz tu lo mismo”.
El mundo nuevo que soñamos se construye sólo con el amor y con Jesús, nuestro Buen Samaritano.
SDB Aquilino Libralón, párroco de Portachuelo