SAN ANTONIO DE PADUA




Vida de San Antonio de Padua

"Jesús ha prometido que siempre habrá signos en la Iglesia. San Antonio de Padua es uno de estos signos" (Juan Pablo I)

San Antonio de Padua nació en la ciudad de Lisboa cerca del año 1195, hijo de una familia muy importante de Portugal. Ya desde muy pequeño tuvo una gran devoción a la Virgen María y al Niño Jesús, la cual conservó a lo largo de todos sus años llevando una vida austera y de recogimiento a los demás.

A los 15 años entró en el monasterio de Canónigos Regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Allí tomó el hábito e hizo profesión durante dos años, para trasladarse después al Convento de Santa Cruz de Coimbra. Fue ordenado de sacerdote probablemente entre 1218 y 1219. Precisamente en Coimbra conoció a la orden de San Francisco, congregación que pasaría a pertenecer para siempre.

Sus primeros pasos de vida santa los realizó en África, pero tuvo que volver a causa de una enfermedad, desembarcando en Sicilia, donde se encontró con San Francisco de Asís. Durante diez años predicó por Italia y Francia congregando a muchas personas que querían oír sus palabras y mensajes de evangelización. Durante todo este tiempo se le atribuyeron muchos milagros y según la tradición, aparte de hablar a los hombres, lo hacía también a los pájaros y a los peces. El 13 de junio de 1231, cuando San Antonio tiene sólo 36 años, muere en el convento de Arcella y es trasladado al convento de Santa María de Padua.

La canonización vino muy rápida, ya que después de su muerte, muchos devotos peregrinaron a su sepulcro atribuyéndole infinidad de milagros. Fue casi un año después, el 30 de mayo de 1232, cuando el Papa Gregorio IX lo elevó a los altares. Por otro lado, el 16 de enero de 1946, el Papa Pío XII lo declaró Doctor de la Iglesia con el título de "Doctor Evangélico".

San Antonio de Padua es conocido también bajo el nombre de "El Santo de los Milagros", "El Arca del Testamento" y "El Santo de todo el mundo". Con este último título lo llamaba el Papa León XIII, y no exageraba, ya que San Antonio de Padua, es sin duda alguna, el santo más popular de la Iglesia, venerado sobre todo, por la gente humilde que sabe descubrir en él la ayuda y el ejemplo en las cosas ordinarias y sencillas. Acudamos a San Antonio con devoción y conoceremos por propia experiencia cuán útil y poderosa es su protección.