CARNAVAL, una sana alegría.
En muy fácil en estos días de carnaval romper los frenos, perder el control del vehículo, es decir de nosotros mismos. Con consecuencias irreparables para uno mismo y la familia.
Inútil luego llorar sobre la leche derramada.
Hay muchas maneras para divertirse y las más sanas son las que cuestan menos y que más llenan el corazón. Se precisa madurez, autodisciplina, responsabilidad.
Lo más hermoso es estar con la familia, los hijos, rodeados de cosas sencillas y de cariño. Las extravagancias dejémoslas para la publicidad, la tele, qué de eso viven.
Jesús nos enseña otra cosa: Él es la fuente de la verdadera alegría, él que llena nuestras soledades, cura nuestras heridas, alivia nuestras penas, nos fortalece en nuestras luchas.
Hombre prevenido vale por dos, dice el refrán. No lo olvides.